Y de la maleta que dejé bajo tu cama,
de la reliquia atroz que allí dejé
como prueba y talismán de mi regreso;
de la bolsa que abdiqué
allí, bajo los pliegues dulces de tu
cama,
y que era la fianza de mi viaje,
el cofre del tesoro que enterré, para
volver,
bajo la arena ámbar de tu cama,
qué fue,
qué es lo que habrá sido
La dejé llena de luz,
de folios preñados de la lumbre
que dibujó un invierno el mediodía;
la dejé opulenta, colmada y
caudalosa,
terrible de sucesos
mas cansada; cansada
El polvo la asediaría
lento, a pedazos,
con su plaga silenciosa de abandono
y epidemia goteante hacia la tierra;
la luz sumaria del atardecer
la encendería, la quemaría,
la abrazaría agónica de escombros
en una hoguera negra que olerías sin
duda
en los días de fiesta al despertar;
llena de sangre y culpa hasta los
bordes,
anegaría de a poco los rincones
cuando no la viera nadie,
cuando sólo tú, tú sola
Te hablaría de madrugada, esa maleta,
ese baúl como un túnel de tiempo
te hablaría, te contaría desde su
cráter
bajo tu cama
aullidos
sordos de muy lejos,
recuerdos de naufragios en vigilia
que te despertarían de súbito,
aterrada,
con su estrépito feroz y penitente,
mojadas de muertos y de agua
las sábanas aquellas de tu cama
(No te dejaría dormir, tantas veces,
aquel cofre,
con
su soplo funerario desde abajo,
su hálito de cueva en llamas)
Se tornaría pálido y febril,
el hatillo que dejé bajo tu cama,
aquel último equipaje que dejé
sabiendo, quizás
(de alguna forma oscura, muy lejana),
que se quedaría allí sin más remedio,
sin más destino
que vivir allí como notario,
como prueba clamorosa de aquel
crimen,
varada y boqueante esa maleta
hasta hacerse raíz bajo tu cama,
hasta hundirse en pozo en el
silencio,
hasta hacerse un sepulcro en la
penumbra,
una tumba sin nadie,
una
cajita de muertos
tan vacía ya, tan vacía,
que no pesaba nada y no lloraste
(no
llorarías)
la tarde ésa cualquiera en que la
abrazaste finalmente
para enterrarla sin dolor en el
jardín.
[B., otoño '10. De Memorias del fantasma]
2 comentarios:
Me has dejado sin aliento y es demasiado o ha sido el cofre...
El cofre roba aire también, claro
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