lunes, 26 de enero de 2009

'Off the record'

Pensaba que tenía leída, lamida y encamada casi toda la poesía del Maestro, pero (afortunadamente) hay más de la que pensaba. Ignoro ahora cuándo fue compuesto este poema: lamentablemente, es cuento largo. Por ello mismo –y porque es eso, un maestro- no pierde su triste actualidad. Léase, por tanto, a la luz de los últimos cuarenta años. Y también teniendo en cuenta que se trata de un lejano y secreto homenaje a San César Vallejo. El resto ya lo dice él

Nostalgia del presente


Habría querido ver a Ana
hablarle dulcemente
darle un beso

Vi la frontera con el Líbano
vi la frontera con Siria
vi kibutzym al pie de las fronteras
y en los kibutzym vi los bunkers
bunkers para preservar a los niños
contra la ceguera de los obuses y de la crueldad
Vi el rostro alegre de los niños
Hubiera querido ver a la pequeña Ana

Vi la triple Jerusalem
maravillosa abigarrada sagrada misteriosa
memoriada de sangre milenaria
y con una escalofriante vocación de vivir
Allí, en Jerusalem
almorcé con judíos y palestinos
a la misma mesa
todos y yo a la misma mesa
mi hija y yo con los judíos y los palestinos
almorzando a la misma mesa
Hubiera querido ver a Ana Frank

Vi el Jordán
Vi el Huerto de los Olivos. Casi
es imposible de creer: vi
el Huerto de los Olivos
Vi el Gólgota
Estuve a punto de ver el rostro de Jesús. Entonces
hubiera querido ver a la pequeña Ana

Vi el Museo del Holocausto:
la más tempestuosa prueba de la moral de la memoria
Lloró mi hija en el Museo del Holocauso
Lloró morenamente mi mujer en el Museo del Holocauso
y lloraron mis ojos en el Museo del Holocausto
Juro por Dios que aquellas no fueron lágrimas de rabia:
en tanto horror no cabe el odio
y no fueron tampoco lágrimas de terror:
en tanto horror no cabe el miedo
Fueron lágrimas puras inocentes originarias
lágrimas que nos devolvían nuestra infancia perdida
lágrimas súbitamente candorosas
lágrimas que laboriosamente formaban una sola palabra: no
pacientemente una sola palabra: no
resolutivamente una sola palabra: no
Habría besado las mejillas de Ana

Vi las prodigiosas naranjas
Vi la lujuria vegetal reventando sobre el desierto
Vi el fragor del trabajo
y vi el fragor de las ideas
Vi un debate parlamentario: kurdos
cristianos y judíos discutiendo sobre el presente
Allí en ese país secuestrado por el Pasado y el Futuro
donde el presente es sólo una ilusión
mordida por la realidad
vi a los parlamentarios discutiendo sobre el presente:
resultaba magnífico
En aquella magnificencia
hubiera querido ver a la pequeña Ana

Vi la noche opulenta
las cercanas estrellas
brisa marina agitando la cabellera de mi hija
el tifón de la Historia arrastrando adolescentes
chiquillos perentorios en el servicio militar
Vi fanatismo religioso
vi formidable toleracia
Oded Sverdlik me sonreía
Guga también me sonreía
Caían lágrimas por la cara de Ana

Vi la Universidad de Haifa: cristianos
árabes y judíos
indeciblemente reunidos
majestuosamente reunidos
estudiando literatura
En el almuerzo con los judíos y con los palestinos
allá en Jerusalem
les hice una pregunta: Hermanos
si el poder internacional lo consintiese
y si lo consintiese el doble fanatismo
¿cuánto tiempo precisaríais
para abrir el palacio de la paz?
Me respondieron: media hora
los palestinos dijeron: media hora
los judíos respondieron: media hora
y tuve ganas de maldecir
y besar la cara de Ana

¡Cafarnaúm, Cafarnaúm
ayúdanos a hallar el milagro de la misericordia!
¡Tiberíades, Genezareth
ayúdanos a caminar sobre las aguas!
¿Tantos templos, y el amor tan aterido por el odio?
¿Tanta sangre judía y palestina no ha logrado apagar
la vieja hoguera de la incomprensión?
¡Jerusalem, Jerusalem
una triple oración tumultuosa
no logra detener las balas ni las piedras!
¡Ven, Ana, resucita
absuélvenos!
¡Adolescente silenciosa Ana
nos hace falta tu bondad
desesperadamente nos hace falta tu inocencia!
¡Que tu memoria guíe las palabras los actos y los sueños
y que avergüence a todos los asesinos de este mundo
Ana Frank querida mía hija mía!

Vi los dátiles árabes
vi el pan ácimo
vi el sol maravilloso
vi el odio nauseabundo y el sorprendente amor
vi la miel en los rostros y en los dulces
y vi el pecho de la esperanza
abriendo su camisa a los disparos
Y vi que el mundo, el mundo entero
en esta tierra habrá de hallar la paz
o en esta guerra la catástrofe
Aquí en este puñado de dolor
sobrevendrá el Apocalipsis
o nacerán el amor y la vida
la verdad y la vida
la vida y la verdad

Hermano Mahmud hermano Arnoldo hermano Amos
vi la pequeña tierra de Israel y Palestina
purgando los errores atroces de toda nuestra especie
¿Tantos templos y el amor tan aterido por el odio?
¿Tanto doble dolor abochornado
por una doble incomprensión?
¡Cafarnaúm
ayúdanos a encontrar la piedad!
¡Tiberíades
ayúdanos a caminar sobre las aguas!
¡Jerusalem
ayúdanos a todos!

¡Despierta ya, Presente, y echa a andar!

FÉLIX GRANDE

sábado, 17 de enero de 2009

Contraluz

Cuántas vidas pueden vivirse a la vez. Cuántas vidas se viven sin saberlo. Cada mañana un recuerdo futuro, cada tarde una herencia, cada noche una profecía. Cuántas vidas se viven sin que nadie lo sepa, sin que nadie repare en que uno puede ir andando a mil kilómetros de la acera por la que va su cuerpo al mismo tiempo; cuánto escalofrío puede llevarse de la mano, como un fantasma; qué es lo que verán ésas que miran entre el tráfico y la furia de algo que no puede verse. Van a dar las doce, pero cuántas épocas pueden habitar esta penumbra, esta vela íntima, esa calle de bruma que se abre a todos los caminos, como un oráculo. Cuántas vidas podrán vivirse a la vez, en el mismo segundo de un Tiempo que no existe. En estos días comenzarán ya a dar las seis en oro en el reloj de la Atalaya, pero será de hace décadas. En la cafetería de la facultad comenzará a filtrarse otra vez el aire nuevo de las cuatro de la tarde anunciando otro tiempo de banderas; también será para mí. Aquí en el Norte sopla un viento que nadie antes ha oído, pero yo ya he tenido la alucinación de una tarde de abril que ya viví, no sé cómo, hace siglos, en el mismo sitio. Cuántas vidas pueden habitarte a la vez, sin que tú mismo lo entiendas, como partero de una generación en desbandada. El niño desangrado en el periódico es el niño que murió el siglo que viene; el anciano que mira sin ver y no mira ya lo fuiste tú, alguna vez. Hay una mujer llorando en el umbral de aquella puerta; mira lenta, da un portazo, se va. Hay otra mujer recortándose a contraluz de las farolas del balcón; se da la vuelta, guarda silencio, y me mira. Este momento no está sucediendo ahora mismo, esta noche no existe: es sólo el recuerdo que he de tener un día. En alguna parte sigue la vida de todas las personas que yo sé. Qué estarán viviendo, qué estaréis viviendo, quizás en un túnel de espiral muy parecido a éste en que salís boqueando de una angustia para caer rodando por el vértigo de la emoción y la memoria. Subyugados por el miedo, pero también por la insólita revelación de lo vivido. Cuántas vidas a la vez, cuántas. Hay un balcón a varios años de distancia en el que sigue delirando de madrugada un niño que amaba a otra niña que ya no existe. Hay una plaza a muchos kilómetros de tiempo que sigue custodiando el secreto ancestral de la belleza. Esta noche atardece en mi país en añil y azul. Esta noche, Bruselas amanece hacia poniente a las cinco de la tarde.

jueves, 8 de enero de 2009