Olvidad las promesas,
olvidad los juramentos.
Olvidad la carrera de cuádrigas
que corre insomne al precipicio.
Olvidad el propósito,
olvidad el traje,
el murmullo de fiebre toda la noche
que roe el corazón de cáncer del que espera
no esperéis nada,
no crujáis,
pues es la urgencia de la máquina sonámbula,
la risa de niebla de la mentira del bufón
recordad el árbol
recordad el águila
Olvidad el blasón de la soledad,
el diamante de heroína de la soledad,
el príncipe de las soledades absolutas
Olvidad el palacio de mármol
que la hiena adula en el desierto
recordad el árbol
recordad el árbol
Olvidad la investidura de humo
que el miedo impuso en cada fila;
olvidad la clase, olvidad el número,
recordad el llanto
Recordad el pájaro que canta
porque así lo sueña el árbol
Recordad el camino Recordad el camino
Recordad el camino.
[El Albaicín, '13]