Cayendo como un grito de tu torre de
Babel,
yaciendo
entre la sangre
levantándote
reptando los escalones del palacio de
arena
como un monje vencido;
subiendo a la cámara del trono
empuñando el sol como una lanza
y la luna en tu muñeca izquierda
como una esposa de diamante,
llegando al fin hasta el balcón
donde espera de nuevo la caída,
ponte tu máscara de llanto, impostor,
destrózala de nuevo contra el suelo
ponte tu máscara de amor
y siéntela agrietarse entre los ojos
Ponte la máscara otra vez,
una vez diez mil
destrózala de nuevo en la plegaria;
abraza el suelo de su llanto
Algún día llegarás al Rostro
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