sábado, 31 de diciembre de 2011

Así

Como el espejo nuevo que, después del amor, nos reconoce más hermosos,
como la noche lenta de candela en que todo está cumplido,
como la expectación, tímida,
que crece en un vislumbre y rompe en ese faro
ante el milagro de un encuentro presentido;
como la niebla, que rinde blanca pleitesía
hasta mi paso, hasta abrirse franca y generosa
hasta tu umbral:
como ese umbral, centinela de luz en el pasillo
que otorga siempre su promesa,
su dádiva de azul y de descanso;
como el vencido, ebrio,
como el borracho que regresa a ciegas
y encontrará siempre su camino,
como la llave que no pierde ese perdido
y besará tan fiel su cerradura;
como todo lo que llora pues palpita,
como el vaso irrevocable hasta la boca,
como el folio que sostiene al folio en el que escribo,
con ternura,
como el farol que cobija al beso
en la noche durmiente del verano;
como el azogue viejo que, después del amor, nos reconoce más humanos,
como la noche lenta de candela en que todo fue cumplido,
como la poesía, amor, como el poema,
que así sean siempre nuestras vidas:
una secreta, jubilosa,
infinita y leal correspondencia