lunes, 26 de junio de 2017

Chris y Anne: el "privilegio" de encontrar tu sitio




En la Alpujarra anochece ya a las diez de la tarde. Pero un reloj en la Alpujarra tiene la única utilidad de contarnos qué hora será más allá, ahí en el mundo, no aquí; qué es lo que el mundo llamado real estará haciendo a estas horas, al otro lado del anochecer, del atardecer, del crepúsculo de la Alpujarra como una alcancía de oro derramándose, la tierra estremeciéndose en silencio.

En la Alpujarra granadina el tiempo empieza a ser otro conforme avanza el coche por la carretera, bordeando barrancos de árboles frutales, y tumbas anónimas de una guerra que parece no terminar nunca, y curvas temerarias sobre riscos; conforme se interna el coche por infinitos caminos de tierra, hasta llegar a los confines donde ya sólo se puede seguir a pie, cruzando el puente secreto sobre un río sin nombre.

En la Alpujarra hay un valle, y en el valle un camino, y en el camino un cortijo, y en el cortijo una pareja de jovencísimos sesentañeros ingleses que hace ya casi tres décadas descubrieron aquí la tierra prometida. Un paraíso al alcance de cualquiera, siempre que cualquiera estuviera dispuesto a llegar hasta aquí, y a quedarse...


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