lunes, 2 de febrero de 2009

Conversación

-Y bien?


-Y bien qué.


-Tú sabrás. Tú eres el que me mira con cara de notario. Tú sabrás.


-Ah. Claro. Sutil deserción, la tuya. Como si tú no tuvieras nada que ver en esto.


-Disculpa? Quizás he de recordarte que yo sólo pasaba por aquí. Como Aute. No sé qué pudiera yo pintar aquí.


-Eres pavorosamente infame. Asombrosamente cándido. Te felicito, enhorabuena. Si no te conociera como te conozco hasta diría que crees a pies juntillas en lo que dices. Enhorabuena. Inocente y prevaricador. Enhorabuena, chaval: te felicito.


-Me parece que te confundes en fondo, insolente. Mírate tú.


-Eso sí que es gracioso. Estoy a punto de partirme de risa. Llama a un médico, pordiós, que me va a dar algo.


-Pero vamos a ver: se puede saber qué te acontece, alma de cántaro.


-Tú. Tú eres lo que me acontece, elegante estafador. Embustero vil. Tú me aconteces.


-Qué disparate. Anda, cálmate, cálmate. Conversemos. Cálmate. Y deja de mirarme como la mirilla de un fusil. Cálmate. Sabes de sobra lo que pasa, y yo no tengo nada que ver. Yo te dije, yo te advertí, recuerdas? Porque soy tu amigo, o no te acuerdas, ingrato? Te lo dije yo.


-Eres sinuoso, eres astuto. Eres siniestro. Lo mismico que una serpiente. Pero a mí no me la das. Eres… Sabes? Te das un aire a esos mafiosos de Scorsese que te sonríen y te pasan la mano por el hombro antes de pegarte un tiro. Cosas del negocio, Luigi, fratello mio, etcétera.


-Me estás ofendiendo, niñato. Cierra la boca, sosiégate. Que no te planto ahora mismo porque soy piadoso, porque sé que no estás en tus cabales.


-Albricias. Al menos en algo coincidimos.


-Bien. Al menos. Escúchame. Me escuchas?


-Deseoso me hallo.


-Bien. Veo que avanzamos. Escúchame. Tú sabes que el tiempo pasa, no?


-Es la primera noticia que tengo.


-Haré como que no he oído eso. Vale. El tiempo pasa: estamos de acuerdo. Y tú sabes que el tiempo no sólo pasa, sino que el tiempo sucede. El tiempo actúa, vamos, pa que me entiendas. Me entiendes?


-…


-Qué maleducao serás siempre, desde luego. Quiero decir que el tiempo actúa, que el pasado actúa, que el presente actúa. Hasta el futuro actúa, fíjate lo que te digo.


-Conmovedor. Elevadísimo, míster. Podría vueced descender a explicarme a dónde quiere llegar con tan altas reflexiones?


-Pues quiero llegar, mi díscolo discípulo, a eso mismo, a que el tiempo actúa. El tiempo da volteretas, como un crío. Y dibuja el pasado y luego salta a los juguetes del futuro y luego vuelve al poco rato y garabatea otra vez en el dibujo y ahí lo tienes: algo que era pero que sigue siendo de otra manera y volverá a ser de otra, todo a la vez.


-Se ofusca usté, excelencia. Y me mosquea.


-Me ofusco, sí, quizás. ¿Te mosqueo?


-Me mosqueas. Me tocas la flor. Me parece que bajo toda esa primorosa alfombra de vacuidades estás escondiendo tu responsabilidad: me mosquea. Me toca la flor.


-Mi responsabilidad? Pero si es que yo no tengo responsabilidad alguna en nada. A ver qué te has creído.


-Fascinante. O sea, mi querido prestidigitador de feria: que aquí el único que hace o deja de hacer es el tiempo, y a ti que te registren.


-Eso mismo.


-Creo que voy a golpearte.


-Pero qué dices, insensato, qué dices! No me has entendido. Somos insignificantes, o es que no te has dado cuenta aún? No llegamos a casi nada. No controlamos nada, casi nada está en nuestras manos. Fíjate en la calle. Lee la prensa, pordiós. Tú crees que toda esa gente tiene algo que decir sobre lo que le pasa o le deja de pasar? Tú crees que la gente sabe lo que hace? Tú crees que la gente sabe lo que quiere, soberbio?


-Tú me llevaste. Tú me has traído. El tiempo no: tú. Tú, fariseo, mercenario, delincuente. Tú. Y tu cobarde manera de defenderte no mejora las cosas. Creo que voy a golpearte, repito.


-Estás enfermo. Eres un salvaje. Cálmate. Yo no tengo nada que ver en esto. A mí me llevó el viento igual que a ti, igual. Qué otra cosa pude haber hecho yo? Somos menesterosos, somos pequeños, amigo mío, asúmelo, asúm... Qué carajo haces? Suéltame!


-No, hombre, si no soy yo: es el Tiempo el que te agarra, oh menesteroso, oh pobre hombre!


-Suéltame, suéltame te he dicho, joder!


-Díselo al Tiempo, tu colega, a ver si quiere él evitarlo, miserable!


-Suéltame suéltame que me sss…






(Y el espejo hizo crack )






5 comentarios:

Anónimo dijo...

Jejejej
BAh, que se joda el del espejo.

(Goear tío :O
qué control...)
;D

Anónimo dijo...

Tócala, Sam.

Miguel A. Ortega Lucas dijo...

Tú sí que tienes un problema de bipolaridá, fratello mio, por lo visto

(Si ella pudo aguantarla yo también: tócala, copón! :D)

Daniel Díaz dijo...

Veo que ya dominas el reproductor de goear, ole señora; pero eltón, deja de mirarte en los espejos, mira como acabó la bruja de blancanieves, y me refero a la canción a Miguel Ríos, otro gran post, abrigate por esos mundos de Dios

Miguel A. Ortega Lucas dijo...

Qué bien os lo pasáis tocándome los huevos con el tema tecnológico. Señora. Ni perra idea sobre lo que le pasó a la bruja de Miguel Ríos; la mía se fue en la moto del fulano aquél -jajaja: te acuerdas, no?-. Suelo evitar los espejos en lo posible: por eso luego pasa lo que pasa