miércoles, 15 de agosto de 2007

Eclipse de Mar

“Hay a mi alrededor sólo tejados”, y una bandera añil allá a lo lejos. Y yo fumando en la ventana. Porque baja el sol, y ya las viejas vecinas sacan las hamacas a las terrazas y a la calle. Hablarán de la vida, ahí enfrente, pero yo no las oigo. Alguna golondrina que ya no me recuerda me anda mirando confusa, mientras pasa, como yo a ella; luego cae en la cuenta, me sonríe socarrona, me pregunta: dónde has estado, viejo, niño, tanto tiempo. Y yo no sé qué responderle. Alguien dice en la radio que la carretera engulló anoche quince almas, que hubo temporal en las costas del Paraíso, que el Diablo ha pedido la baja por estrés. Cosas todas que quedan muy lejos de aquí. Allí enfrente, en ese patio donde antes se levantaba una palmera que yo miraba hace años, de noche, un aparato del futuro proyecta ya una película de dibujos animados sobre la pared blanca; se adivinan las risas de las niños, aunque tampoco les veo desde aquí. Un cine de verano en su propia casa. En mi época, hace no tanto, algunos niños aún matábamos el rato proyectando sombras a la luz de la luna de agosto. O jugábamos al pillao en el Paseo mientras los papás se tomaban algo en la horchatería. La luz en la ventana de ahí enfrente revela la silueta de una muchacha en el cuarto de baño; pensará en algo feliz mientras se peina, mientras el televisor con el volumen muy alto de algún anciano informa que en el parque temático del horror iraquí dejaron de respirar hoy 250 presuntos miembros de la especie humana. Bajas fuertes, bajas débiles, bajas moderadas… Ah, pero eso ya lo dijo Churchill, alguna vez: matar a un hombre es un crimen, matar a unos miles es estadística. O algo así. “Y en la calle sacan brillo a las pistolas, / y la flor de bulevar tan descontenta…”: Chaouen, a lo suyo. Lo que daría por agarrar la guitarra. Pero tiene roto el clavijero, idiota, ya podías haberla llevado a arreglar. Monstruos S.A., es la película que están viendo los enanos, ahí enfrente. Monstruos S.A. En algún periódico digital contaban hoy que un tipo llamó a la policía mientras apaleaba a su mujer. Trece años sufriendo malos tratos, informa Efe. Supongo que se estaría partiendo de risa. Le pondría el auricular en la boca, en el suelo, mientras le pateaba bien el hígado, grita ahora, zorra, grita ahora. En el mismo diario, el ex ministro franquista Manuel Fraga cuenta en una entrevista, amén de que aquí hay que olvidar, olvidar, y que la democracia se la inventó él junto a Escrivá de Balaguer, que “Este año he matado el ciervo mayor de toda mi vida. Fue en la berrea de Burgos, y era un bicho que dio 20 puntas y 217 puntos, lo que es una medalla de oro”. Monstruos S.A. Pero los bichos de esa película, sin embargo, parecen ser más ilustrados. Y en la ventana del edificio de más allá ha salido una mujer, también a fumar. Si el humo de nuestros cigarros llegase a trenzarse en alguna parte, quizás podríamos conversar sobre por qué las tardes de verano mienten, y nos hacen creer que el mundo no sigue girando. La ventana para mí, los pasillos para mí, toda la casa para mí solo en el origen. En Madrid, la Gran Vía estará dejando ya de ser un desierto. En alguna casa cercana, la televisión del anciano insiste en que ya murió el Siglo Veinte, pero yo no me lo creo. Acaba la canción, apuro el cigarro, tendré ya que ir vistiéndome. Calla Chaouen y empieza Sabina a cantar, otra vez, que hoy, igual que ayer, como siempre, el diario no hablaba de ti. Ni de mí.