viernes, 7 de noviembre de 2014

Antonio Gala: la infinita correspondencia




Vivir compromete siempre; vivir a fondo, manchándose las manos y los ojos y la voluntad, compromete absolutamente, “hasta las últimas habitaciones de la sangre”. Para esa rara estirpe de los verdaderos artistas, aquellos que conciben su oficio como un veredicto, no una ocupación, como un destino y no una posibilidad, como devoción y no como excusa para desfilar en los escaparates de lo fatuo, tal cosa es una fatalidad: tal compromiso no es algo buscado ni deseado ni mucho menos autoimpuesto; se da con aire inevitable en su obra igual que el corte hace sangre, como comparecen a su hora el llanto o la risa. No porque tengan que comprometerse, no porque alguien lo haya decretado o toque agitar la banderita de este mes, sino porque el verdadero artista vive y crea absolutamente, y jamás puede quedar fuera de ese absoluto el centro mismo de su vida y el de todos los que la comparten con él, fatalmente, menesterosamente; para bien y para mal. [Sigue leyendo en FronteraD]

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