La zíngara recoge en su pelo la mañana
y su andar de cántaro
derrumba los tres puentes de la piedra
Cimbrear de vela o cauce,
la ciudad vieja se rinde
y contempla su pasar
como el éxodo de un siglo
Oh Alucinados, mirad a la zíngara:
rezad ante su trono y temblad de miedo y gloria
pues devastará todos los muros implorantes
de vuestro mezquino corazón.
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