miércoles, 7 de marzo de 2007

Traición

¿Sabes? Soñó contigo, anoche, otra vez. Se acostó tarde, tardísimo, como siempre. Sabes de sobra que suele quedarse despierto hasta las tantas, conversando tranquilo con quien le pille más cerca: un cigarro, un fantasma, una luz que vacile allí a lo lejos, prometiendo dejarle a oscuras. Esta noche, sin embargo, ha tenido más suerte: yo andaba cerca. Sucede que a veces coincidimos: me levanto a por algo, a la cocina, o me desvelo sin motivo, o regreso exhausto, pisando los charcos nocturnos de esta ciudad, ojos tan verdes de neón –dice él, a veces- que recuerdan a ti. Entonces, si le encuentro allí, si es tarde, si los patios guardan silencio y noto que quiere hablarme, me siento en el sofá, frente a él, y le digo, le pido que me cuente, que deje de pensar en voz alta, absorto en el humo del cigarro. Como esta noche. Y sucede que esta noche estaba más solar y más sombrío que nunca. Ya le conoces. Ese hablar vehemente, como un crío, frondoso de preguntas que le gusta a él decir; cansado, antiguo y como viudo al segundo después, bajando la mirada, como si fuera él y muchos al mismo tiempo. Porque soñó contigo otra vez, dice. Anoche. Maldita sea, decía: otra vez. Aun así, tenías que haberle visto hablar de ti, hace un momento. Un abuelo recordando su batalla más legendaria o un adolescente que acabase de robar un beso en las últimas esquinas de la osadía, pulsando a veces un acorde triste en la guitarra. Cuéntame, le he dicho. Dime cómo era el sueño. Y él me ha contado que era muy extraño, muy intenso, quizás profético. Dice que al principio había una fuente, que miraba absorto una fuente: una fuente hermosa de mármol pero sin una gota de agua, y el caso es que podía oír perfectamente el rumor del agua, dios sabe, me ha dicho, lo mismo es que oía entre sueños la corriente subterránea del patio. Luego levantaba la vista y te vislumbraba de lejos, como perdida, tu rostro nítido pero tu silueta lejanísima, desdibujada como en un óleo de atardecer de monte, un cuadro de los que ahora tienen polvo y nadie mira en algún sitio. Quiso decirte algo, pero entendía, extrañamente entendía que debías irte. Al instante, sin embargo, él se encontraba en el porche de una casa vieja y tú le llamabas, aparecías de nuevo, sonreías. Le decías he vuelto: qué hacemos ahora con las noches de abril que nos quedan? Y entonces él miraba al cielo nocturno pero en lugar de estrellas se encontraba con un enorme asterisco rodeado de versos garabateados que parecían suyos. El asterisco, me ha dicho de pronto: el asterisco que puse anoche detrás de un verso, para quizás cambiarle el final.

Eso es lo que me ha contado, hace un rato. Y nos hemos quedado en silencio, fumando ambos, frente a frente. ¿Sabes?, ha dicho de pronto: mucho más que cualquier cosa; mucho más que se fuera, mucho más que las preguntas, mucho más que las respuestas que no tengo, lo que de verdad me jode es que me despertase con musgo en los pulmones, y que por un segundo, antes de despertar del todo, siguiera planeando las noches de abril que nos quedaban.

Me ha dicho que le gustaría que lo supieras; un instante después me ha dicho que no, que no quiere que sepas que soñó contigo anoche, la fuente sin el agua, tu adiós en la lejanía, el musgo en los pulmones y un asterisco en el cielo nocturno de abril. Ya sabes que es orgulloso, a veces –sólo a veces-. Después ha roto el cigarro contra el cenicero y se ha ido por uno de los balcones, sin decir más, por donde escapan los amantes clandestinos. Por mi parte, quizás no sea tan amigo suyo como él cree, y he venido aquí a escribir esto. Por si alguna vez pasas por aquí. Para que sí lo sepas. Para que sepas que soñó contigo, otra vez, maldita seas, anoche.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi timidez internauta me impide casi siempre dejar comentarios en fotologs o blogs como éste, pero me ha gustado mucho tu texto. Me enganchó desde el principio...el cansancio me puede hoy, dormir poco es terrible, así que nada más, tan sólo eso. Besos.
P.D. Soy Inés (amiga de Poti).

Miguel A. Ortega Lucas dijo...

Salve, Inés del alma mía! Larga vida a las mujeres repentinas que aún se apiaden de este blog moribundo!

Y mueran las Bernardas

:D

Anónimo dijo...

Mi nombre es bernarda y estoy inquietantemente ofendida.

Un Cordial Saludo,

BeR.

Anónimo dijo...

SALVEN EL RELOJ DE LA TORRE!!!
SALVEN EL BLOG DE MIGUELTON!!!

Miguel A. Ortega Lucas dijo...

Jajajajaj

ESO, ESO!

Si el blog de Elton
cae, digo, es un decir,
si cae el blog de Elton,

salid, borrachos del mundo,
id a buscarlo!!


(No sé quién ha sío el/la del 'reló de la torre', pero a sus pies estoy, jajaj)

luchinthesky dijo...

no me he leído entero el de house, pero sólo quiero puntualizar que a mi si me pone y mucho (digo House).

del texto de ahora... yo me daría mucho miedo si sintiera tantas cosas. yuyu-yuyu
mua