(...)
Escucha la luz,
Escucha la luz,
observa el estruendo;
penetra en mi puñal
y arrodíllate a mi sombra;
que no vendrán los lobos,
pero cuando vengan
seremos ya esta luz,
seremos ya este escalofrío
Escúchame, fantasma; abrázame fuerte
Convoca a los caídos del milagro
Acúname bien mientras ardemos borrachos
en la fiesta gloriosa del juicio final
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