Se han ido, decía hace unos días –atentísimo, certero como siempre– Iñaki Gabilondo. Se refería a ‘los jóvenes’. Y supongo que uno, no sólo por biología sino también por circunstancias, no podía sino reconocerse en el esbozo de la situación que sugería el olfato del periodista vasco [otro de esos prescindibles viejos para la maquinaria, por cierto, que ya no mandan en ninguna parte, no sé si por decisión propia, en su caso]. Se han ido, decía; no se les oye ya protestar ante los últimos capítulos de la infamia nacional, porque parecen estar en otro sitio [Sigue leyendo en Pocavergüenza]
viernes, 31 de octubre de 2014
jueves, 16 de octubre de 2014
Entre el mundo y tu madre
Hay otra especie de virus paralelo, como de mala conciencia ambiental, con esto del ébola. Y no tiene nada que ver, por supuesto, con ese señor que ya venía tan “bien comido” de su casa (gracias, míster: para no habernos dado cuenta, viéndole), ni con esa pobre idiota que se cayó en una marmita de Loewe cuando era pequeña, y de ahí a ministra directamente. En realidad es algo que no tiene que ver con ésta o aquella catástrofe, y que –supongo– es tan viejo como los primeros televisores vomitando tragedias mientras, unos metros más allá, una familia se concentra en conseguir justo lo contrario (tragárselas). [Sigue leyendo]
domingo, 5 de octubre de 2014
Leonard Cohen o el estigma fatal de la belleza (II)
Leonard Cohen ya había vivido en
Nueva York. Concretamente durante el curso 1956-57. Una vez licenciado en
McGill, y publicado su primer poemario (Comparemos
mitologías, 1956), recién cumplidos los 22, no lo dudó cuando se le
presentó la oportunidad (¿la coartada?) de hacer un curso de literatura en
Columbia, la misma universidad en que su venerado Lorca había recalado apenas
tres décadas atrás (parecerían siglos), asistiendo aterrado, estupefacto, a los
humanos daños colaterales del crack del ’29 y su profética visión de
la ficción capitalista. [Sigue leyendo en POCAVERGÜENZA]
jueves, 2 de octubre de 2014
"Sin signos externos de violencia"
El señor Denzel Washington, de visita
hace poco en el Festival de Cine de San Sebastián, resumió la cosa con atroz
exactitud: “En la vida se puede ser Alguien o se puede ser Nadie” (las
mayúsculas las pongo yo). Creo recordar haberlo leído así mismo en El País, y recuerdo también que el
redactor no se molestó en explicarnos cuánto de sinceridad, o de cinismo, o de
pesadumbre, alentaban la sentencia de la estrella americana. Porque de la
intencionalidad de la frase, del según y cómo y en qué contexto la pronunciase,
depende la imagen que nos podamos hacer del actor: o sea, o bien la de un
cretino con carné (víctima de esa sociedad-enfermizamente-obsesionada-con-el-éxito,
en famoso mantra de Javier Cercas), o bien la de un tipo lúcido echando
mano del sarcasmo para ilustrar cómo funciona el mundo, o la visión que él
tiene del mundo (su mundo) y alrededores... [Sigue leyendo]
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