Todo ángel es terrible. Toda belleza reclama su cuchillo. Toda ofrenda es
también, inevitablemente, un sacrificio
Se cobra caro su estipendio, la belleza; más alto, más caro, más estrepitoso cuanto más gloriosa aquélla. Y el infierno es precisamente el origen y el fin de ella: se eleva de él, despliega sus alas, el hombre ese ángel siniestro, este esplendoroso monstruo; y el precio será caer, volver a ese infierno, a la humildad y la lucidez que da saber que todo ha de nacer de nuevo para volver a levantarse más puro, más luminoso, más gloriosamente investido de cenizas y furia y lluvia y canto
Se cobra caro su estipendio, la belleza; más alto, más caro, más estrepitoso cuanto más gloriosa aquélla. Y el infierno es precisamente el origen y el fin de ella: se eleva de él, despliega sus alas, el hombre ese ángel siniestro, este esplendoroso monstruo; y el precio será caer, volver a ese infierno, a la humildad y la lucidez que da saber que todo ha de nacer de nuevo para volver a levantarse más puro, más luminoso, más gloriosamente investido de cenizas y furia y lluvia y canto