domingo, 28 de diciembre de 2008

Moradas

Sí, corazón: es, otra vez, el tiempo de lo perdido. Abrígate. Consuélate. Sonríete. Abrígate. Es el tiempo, otra vez, de lo perdido. Pero no tengas prisa, no te precipites, corazón: todo sucede. Y lo terrible –Maestro-, lo terrible ya sucedió. Lo terrible ya sucedió y sucede y viene sucediendo cada vez mil cada día: es irreparable: no te culpes. No acuchilles más almohadas al despertar, no escupas más en los espejos, no me llores. La vida y su precio son irreparables. No te atormentes, corazón: no llores. Óyeme. Y oye la noche boreal de la belleza. Escucha las campanas últimas de la madrugada y el sueño tranquilo y remoto de quienes te quieren, el silencio sapientísimo y discreto de quienes no te preguntan –no les hace falta: no hace falta- quién eres, quién vienes siendo, quién eres, Qué Pasa. Recuerda a los amigos, recuérdalos. Recuerda esta noche y todas en las que algo pequeño, casual, irrepetible, te salva. Todo puede salvar, corazón: recuérdalo. Todo puede ser en el instante más insensato una luz, un acorde, un beso, una vela, o esta cama. No te abismes, corazón: la vida es. Entiéndelo. Recuérdalo. Acurrúcate en tus rincones de sol y deja que todo sea, aunque no sea. Aunque tú no lo sepas. Quizá llegues algún día a merecer el nuevo sol. Quizá llegues alguna noche a acariciar el oráculo azul de la vida en cueros. Todo pasa, corazón, y todo se va. Como nosotros –como nosotros: Capitán-. Quizá, seguro –lo sabes, en el fondo-, todo será y volverá a ser mil veces, para dejar de ser. Y en ese tránsito de lo oscuro a lo oscuro temblarás de eternidad, de nuevo. Acaríciate. Ovíllate. Abrázate a ti mismo cuanto puedas, corazón, en esta noche tristísima de voces a lo lejos, de plazas a lo lejos, de fuentes a lo lejos en su agua verde de ojos lejanísimos. Cálmate. Escríbete, si es preciso. Escríbete. Ora cuanto puedas y sufre cuanto necesitas y despierta mañana, corazón, tranquilo. Sabiendo como sabes –no has de engañarte: ya la conoces- que la vida es más grande, es más larga, es más poderosa que tú, mendigo. Sé humilde, corazón: sé valiente. Condesciende a la tristeza de esta noche para resucitar al mediodía. Ríndete esta noche antiquísima para la noche limpísima de los astros del monte sur. En el fondo de un vaso o en las caderas de la guitarra; en el espejo del folio o en el vislumbre del atardecer y la leyenda: cualquier camino es el camino, corazón, para abrazarte, consolarte, perdonar a lo que no tiene culpable ni remedio ni explicación, y arrodillarte a la gratitud de saberte vivo, corazón, delante de todos los caminos por los que vas despacio, a tientas, muy pequeño y muy mendigo, pero con la mirada alta, limpia, del corazón furtivo en sombra y del corazón tendido al sol. Cálmate. Del corazón por el camino a pie, corazón. Duérmete. Del corazón tuyo, ajado, irreductible: de tu viejo corazón a pie, el tuyo, el tuyo, el tuyo: el de siempre.



jueves, 4 de diciembre de 2008

Aquí




Se puede. Se pueden tener todas las canciones del mundo en la cabeza. Se pueden pisar a la vez todos los charcos del mundo que custodian las luces de invierno de todas las ciudades del mundo donde siempre estuviste sin saberlo, donde sigues buscando la sombra más vieja de la niebla íntima. Se pueden tener todas las canciones del mundo en la cabeza. Se puede perseguir por todas las esquinas inéditas el fantasma de todos los amigos idos, de toda la mujer perdida viviendo en los ojos acuáticos de un mendigo universal, Cesitar, qué viejo todo, corazón. Se puede. Se pueden tener en la cabeza y en el costado y en el corazón de la garganta todas las canciones que cuentan a la vez la misma historia, la que no se puede contar, la que todo el mundo cuenta, la que nadie ha escrito jamás. Se puede: se puede estar en todas las canciones del mundo a la vez, en todas las épocas del tiempo a la vez, en todos los escalofríos en acorde y duende en vena, a la vez. Se puede seguir viviendo en cada bosque y seguir durmiendo en todas las escaleras y en toda, toda tu escalera, a la vez. Se puede saber en fondo pero sin poder traducir jamás el idioma boreal, originario, del corazón oscuro. Se puede hablar desde los ojos el lenguaje profundo anterior a la especie, sin saberlo. Se puede, se pueden habitar todas las canciones del mundo, a la vez, y llevar un ejército de soles y de rostros y de madrugadas en el oído alerta y en el corazón en cueros y en la garganta del corazón, temblando. Se puede temblar sin edad ni tiempo ni lugar en todas las canciones del mundo: se puede. Se puede vivir con todas las canciones del mundo en un acorde. Se puede vivir en todas las ciudades del mundo en un adiós. Se puede temblar en todas las canciones del tiempo con el corazón en cueros y en mitad de la calle y vislumbrando a lo lejos el temblor de todas las canciones del mundo, en la garganta.



Se puede.